escribe Camila López
registro fotográfico a cargo de Giulietta Biasotti
El violeta llenó el ambiente. Las mujeres poetas ocuparon de a versos y estrofas la casa de Susana Soca y se notó. En el Día del Patrimonio, el domingo 6 de octubre y sobre la calle San José - por el número 882 de una casa con la historia descascarándose de su fachada- el Colectivo La mujer, La palabra homenajeó las raíces del lugar.
Parecía que el tiempo se desenvolvía diferente al entrar a la casa. Tras pasar la sala con techos altos, esquivar los carteles que se adecuaban al día y brindaban retratos y fechas históricas y cruzar por la cantina, estaba el salón donde sería el evento. Las sombras del resto de la casa entraban por el marco de la puerta y se dibujaban en la pared que, pintada de blanco y bajo la luz negra, resaltaba por su tono azulado.
TINTES VIOLETAS Y CÁLIDOS
El susurro previo al comienzo venía desde fondo del salón hasta las primeras sillas enfrentadas al escenario. Las velas eran chicas, largas en platos blancos o en frascos de vidrio y cada una competía con las luces enredadas en alambre para alumbrar el asiento de las poetas.
El sillón esperó para cumplir su rol detrás del micrófono hasta las 17:40. Las escaleras fueron el escondite a plena vista de los lentes de Giulietta Biasotti que, con el arte en la yema de los dedos, usó sus escalones para colocar sus tres cámaras.
Minutos antes y a unos pasos de la sala del evento, las integrantes del grupo dejaron sus sacos, bolsos y nervios en el salón de juguetes y libros. Ajustaron los últimos detalles y fueron guiadas por Deborah Rucanski, parte de Ánima Espacio Cultural– organización cultural que reside, cuida y recuerda la casa de la familia Soca – para empezar con la lectura.
MUJERES VERSOS Y VELAS
El vestido de Valentina Dos Santos escapó de la luz negra que inundaba las camisas blancas y zapatos brillantes hasta hacerlas lilas y solo ondeó en verde y con la calidez de las velas. Ella se paró frente al público y dio la bienvenida al encuentro.
Contó el propósito del colectivo, el objetivo de los encuentros generacionales entre las poetas integrantes y las poetas invitadas, que observaron sus palabras con atención. Leyó el poema “Las mujeres poetas” de la poeta argentina Susana Thénon y sus versos resonaron en las lecturas posteriores.
Como si fuera un poema en partes, Rucanski se introdujo y presentó a Ánima, recordó la historia de Susana Soca rescató con versos y estrofas la esencia de Soca, al recitar uno de sus pocos poemas conocidos.
ROMPER EL SILENCIO
Los susurros acabaron para darle lugar al eco de los versos de Sol Medina que, sin piedad, trasladó a los presentes a las letras de sus poemas. Con el cuerpo al borde del sillón y la dulzura escurriendo sus palabras, envolvió el silencio desde los techos altos a la última fila. Después de ella, Graciela Estévez tomó el micrófono y se acomodó en el escenario.
Agradeció al colectivo por la invitación, acomodó sus manos sobre las hojas del libro y con su voz leyó una prosa poética cuyo equilibrio entre fuerza e impacto le provocó envidia al micrófono.
La autora de esta crónica, Camila López, que también integra el colectivo de mujeres poetas, tuvo -al igual que sus compañeras- un rol protagónico al momento de leer. Le tocó en suerte compartir, en voz alta pero con talante poético, unas estrofas de su poesía. Su voz buscó movilizar a los oyentes a través de versos dulces, imágenes crudas y palabras con espinas dadas con la armonía y seguridad de un hogar.
ESCALOFRÍOS POÉTICOS
La poesía de María Laura Blanco se podía ver antes de escuchar sus versos, con solo percatarse de que la literatura escapaba por su sonrisa camino a la otra punta del salón. Leyó a la poeta anfitriona y sumado a su poesía, trasladó la armonía entre la calidez y la crudeza de las letras a los presentes.
Casi enseguida, Florencia Parentelli tomó la posta, se sentó y acolchonó con comentarios sarcásticos y carisma las prosas que iba a leer. Cada movimiento para voltear las hojas alimentaba la impaciencia; el público quedó al borde de la silla y le reclamaba más aliento, más versos y más poesía en silencio. Las imágenes que los atravesaron y la necesidad de esas heridas, son propias del trabajo de la poeta.
Las cámaras de Giulietta tomaron turnos entre sus manos y también capturaron a Valentina Dos Santos leyendo algunas poesías de la invitada Mariella Nigro que no pudo asistir, pero, en palabras de Valentina, “su poesía estuvo presente”.
PROTAGONISMO, BRILLO Y LETRAS
Oriana França fue la siguiente. Combinó su vestido rosado y negro, su cadenita de oro y su saco desprendido, su cerquillo prolijo y su sonrisa antes de leer, con la poesía que leyó. Las letras llegaron a cada oyente, que acunó la dulzura entre palabras suaves y el dolor entre versos.
Tras los aplausos, María Sánchez dejó su silla, arregló su bufanda naranja y se dirigió con libros ente las manos y una sonrisa al micrófono. En el sillón les hizo espacio a los poemarios, los posicionó y los leves cambios de lugar para que se vieran desde el fondo derrochaban sutil orgullo. Recitó cambiando de poeta y de libro entre poemas que dejaron su impronta. Rocío Reyes fue la última. Se adjudicó los minutos faltantes y entre risas, bromas y codeos, conversó de forma amena con el público durante la lectura de la última parte del poema. Al momento de leer, el impacto de cada palabra, la velocidad de cada imagen y la humanidad en cada toma de aire se vio reflejada en los aplausos del salón entero.
POETAS MUJERES UNIDAS
Valentina Dos Santos agradeció a los presentes, a las poetas invitadas y a las integrantes del colectivo que conformaron esa tarde de poesía: Lucía Gadea, Florencia Parentelli y Oriana França en la gestión de las redes sociales, Giulietta Biasotti en la fotografía y junto con Sol Medina también en el diseño gráfico, Rocío Reyes en la planificación del colectivo, Camila López como cronista y Valentina Jerez y Rocío Medina en la edición.
Una vez terminado el evento, apagadas las velas y cuando ya estaba pronto el presentador de una nueva actividad patrimonial, la casa de Susana Soca mantuvo el eco de cada verso de las poetas unidas en algún rincón de sus cimientos.
las poetas mujeres
hemos de unirnos
para vencer
a poemazo limpio
aunque nos tiren la casa abajo
a pedradas
a pleonasmos
Extracto del poema “Las mujeres poetas” de Susana Thénon.
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