febrero, 2022.
Escribe Rocío Medina.
La poesía de Nazarena es desgarrada y su yo poético está tejido a tejido deshilachado, caído de verso a verso. Las experiencias, autorreferenciales o no, llevan hacia el mismo lugar: la vivencia del dolor emocional y su extensión física.
Hubo un tiempo - pasado - donde la ternura fue habitada, pero ese tiempo se aleja con los años vividos y las experiencias acumuladas (“pienso en todo lo que me alejó de la ternura”). Esta ternura primigenia se vincula a la idea de inocencia, por ejemplo, en dejarse lamer la cara por un perro desconocido o en la niña que le pide perdón a su mamá por sus errores.
El alejamiento es entendido con una palabra: violencia.
¿Cuánta violencia cabe en un cuerpo?
En los cuerpos poéticos de Nazarena cabe la violencia de la sangre, la cascarita arrancada, las células muertas, la melancolía como una violencia que resulta impune al atravesamiento del yo y al entorno que lo rodea: “tanto es así/ que hasta los árboles lloran”.
Sin embargo, parece encontrarse en el tú el acercamiento a la ternura alejada, siendo este el tú amante, el tú madre, el tú esperanzador.
Y me pregunto también
si en un bosque prístino
con la música de tu risa
los árboles
dejarían de llorar
(Impunidad de la melancolía)
Pero el alejamiento es más fuerte. En Incendios dice:
Me voy lejos mi amor
y aunque una cuerda me empuja hacia tus brazos cada vez que avanzo
me voy lejos de la lija de pólvora que es tu piel
Trae a la memoria, sin dudas, al breve poema Decir no de Idea Vilariño: “decir no/ atarme al mástil/ pero/ deseando que el viento lo voltee”. Hermosea la incoherencia del sentimiento, la fuerza del alejamiento contra fuerza del anhelo porque en el encuentro con la ternura está la destrucción: “lo único que podemos construir juntos / son incendios”.
Puede entenderse a la poesía de Nazarena en su metáfora del dulce jazmín con abejas y malas intenciones, rechazado por un yo poético alérgico, la lucha entre el sí y el no a partir del sentimiento feminizado de una existencia doliente.
Impunidad de la melancolía:
Vengo de un lugar
donde rige la impunidad de la melancolía
Tanto es así,
que hasta los árboles lloran
Hay gente que cree que la música decora el tiempo
otros dicen saber por qué el ave enjaulada canta
Sé por qué escribo
Sé por qué canto
Y me pregunto también
si en un bosque prístino
con la música de tu risa
los árboles
dejarían de llorar
Si tu voz
permease los troncos
que ni la lluvia es capaz de ablandar
quizás sus hojas dejasen de llorar
Sé qué
hablamos esperando respuestas
y los pájaros cantan en un diálogo secreto con la naturaleza
mi voz es reflejo de la tuya
y quizás
si desempolvo mis cuerdas dormidas
solo porque escucho las tuyas encendidas
quizás -solo quizás- los árboles llorones
le den otra oportunidad a la vida
Incendios:
Me voy lejos amor
dejo tus labios vírgenes y suicidas
sin mi roce de cerilla
sin mi chispa de fuego
Me voy lejos mi amor
y aunque una cuerda me empuja hacia tus brazos cada vez que avanzo
me voy lejos de la lija de pólvora que es tu piel
Sé que si me quedo
aunque nos hablemos con la frialdad del hielo
ambos sabemos
que lo único que podemos construir juntos
son incendios
Violencia:
La criatura que con jolgorio
se deja lamer la cara por un perro desconocido
Los ojos desorbitados de mis años vividos
que asustados observan la escena
deseando tener telekinesis para evitarla
o telepatía para racionalizarla
Pienso en cuando me tocó ser esa criatura
pienso en todo lo que me alejó de la ternura
La piel se convierte en una cascarita que muere por ser arrancada
para develar la sangre roja
vida líquida
moviéndose por el montículo de células muertas
que me recubren la dermis
Sangre roja quiero que corra
tejido a tejido quiero deshilacharme
hueso a hueso quiero caerme
Y cuando el último se rinda
cayendo seco al suelo
deseo el ruido se convierta en pregunta:
¿cuánta violencia cabe en un cuerpo?
Resoluciones de año nuevo (en Agosto):
#1: Cortar cebollas más seguido para acordarme de que mis lágrimas son mías y no tuyas y puedo decidir cuando cerrar los ojos para que la oculomancia no me encuentre infraganti en la práctica del auto-sabotaje.
#2: Llevar campera siempre que salga para no terminar de perchero de alguno que se haga el simpático dándote la suya, cuando él (como todos los seres sin alma) no tenga frío.
#3: No aceptar flores. Por más que sean los dulces jazmines de 20 pesos que venden en la esquina. Puede que tengan abejas o malas intenciones. Y sos alérgica a las dos.
#4: Mirar todos los amaneceres del verano para recordar que hay muerte después de la vida y tenes que aprovechar la segunda. Por más que seas media noctámbula.
#5: Tomarse más tiempo para sentarse lejos en las reuniones intentando adivinar qué piensan los demás. Es como ver un documental de Animal Planet pero sin dormirte a la mitad de la narración berreta.
#6: Prender más velas durante el día para prevenir que vengan las sombras a asustarte por la noche.
#7: Llorar cada vez que quieras. Somos muchas personas en este mundo y siempre hay algún pobre diablo dando su último aliento, en algún lugar donde ni el viento sopla por piedad.
#8: Sonreír cada vez que quieras. Repito: somos muchas personas en este mundo y en la cama en que uno muere, otros, hacen un circo.
#9: No importa que tan tarde sea, siempre sacate el maquillaje antes de dormir.
Perdón mamá:
El pecho me duele tanto
como cuando
no podía solucionar mis errores
con un beso en tu mejilla
mamá
el mundo se me hace cruel
mamá
sigo comiendo el postre antes de las comidas
como si no hacerlo me diese mala suerte
mamá
he traicionado a mi corazón
-y no hablo órgano que late dentro de mi pecho-
mamá
he apuñalado a mi corazón
y lo peor
es que no me voy a morir
solo morirá él
mamá
no sé que he hecho
y no puedo solucionarlo con un beso en la mejilla
mamá
me inunda la impotencia
mamá
sigo siendo esa niña que no te quería decepcionar
que te escondía los platos rotos
y las menstruaciones
mamá
me quiero ir
pero esta vez
no me vengas a buscar a las seis.
ACERCA DE LA POETA
Nazarena Otero (1999) es una poeta joven montevideana que actualmente reside en Barcelona. Fetichista de las letras porque tienen la capacidad de tocar sin cuerpo, comenzó a escribir poesía a los nueve años incentivada por un proyecto escolar que nunca salió del aula. Con el paso de los años la poesía de Nazarena fue creciendo y mutando con ella. Hoy en día podríamos decir que escribe sobre los mismos temas que todo el mundo: la muerte, el amor, el desamor, la mujer, el dolor, la locura, la tristeza.
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