Enero, 2022
Escribe Valentina Dos Santos.
La poesía de Lucía Cancela, nos muestra un mundo que se cierra y parece fracasar en el intento de estar con la amada y estar bien consigo misma ¿que mayor reflejo que el de una mujer amando a otra, amándose a sí misma? En esta breve selección de poemas –y en los que hemos renunciado– la lectora y el lector pueden únicamente ser cómplices de la voz poética pero no se le permite intervenir, no es invitada/o. Porque Lucía Cancela ha creado un mundo de ángeles y arcángeles que se dirigen hacia ella y viceversa, ha trazado el paso de la naturaleza, árboles que se personifican y a los cuales la voz poética acude: “detendría el tiempo para tocarte / y alimentarme de tus tristes hojas marchitas / que habitaran mi interior hasta la eternidad”. Una bien podría dibujar en su imaginación cada poema que se presenta como una escena cinematográfica o bien una pintura del siglo XIX en donde la mujer es asociada con la naturaleza, ambas metáforas del paraíso.
Sin embargo, estos poemas se alejan de la imagen tradicional de la mujer, desde que el lector/a da cuenta de que la voz poética femenina desea la compañía de otra mujer, que no todas las veces se concreta. La razón de esto último se debe al menos a tres obstáculos: la ropa que bien podría representar la impuesto por la sociedad, la distancia física de los cuerpos y el lenguaje: “Y vos y yo y la ropa que no queremos usar. / Y el camino que nos separa de la cama al / Y la infinidad de palabras que te quiero decir”.
Al mismo tiempo, esta voz que podríamos llamar lésbica, se reafirma en otras poetas, recuperando así una tradición de poesía femenina. De esto último se encuentran al menos dos referencias. En primer lugar a Adrienne Rich: “tus labios beben el líquido rosado / pienso en Eva, en su cuerpo y en cómo llegamos a estar sentadas ahí, la una frente a la otra / obsequiando nuestra imagen a la mirada de algún ser extraño”. En segundo lugar, una posible reescritura/diálogo de las epístolas que se han dado a conocer de Emily Dickinson, quien mantuvo una relación amorosa con Susan Gilbert. La voz lírica que conforma este corpus poético de Cancela, expresa: “Sue, debo preguntar, ¿acaso estarás ahí cuando decida regresar?”. Digo reescritura y posible diálogo porque la referencia es explícita desde la estructura del poema, que se mueve del verso a la prosa, con preguntas y declaraciones que dejan entrever la inquietud por la separación de la amada, hasta el nombre de la destinataria: “Sue”. Así llamaba Emily Dickinson a su amada en una breve carta fechada a fines del verano de 1881, solo por mencionar una: “It was like a breath from Gibraltar to hear your voice again, Sue — Your impregnable syllables need no prop, to stand —”. En el mismo poema, la poeta uruguaya escribe: “¿Estarás esperando la llegada de nuestra intimidad y mi voz que solo logra arrojarte palabras de amor?” La inquietud por concretar un encuentro fuera de la mirada del resto, lo que lo hace pues íntimo, se hace presente una vez más.
Pero avanzando un poco más sobre esta poesía, podría decir que al igual que Dickinson, Lucía Cancela es portadora de una poesía íntima, por eso sus poemas constituyen un mundo en el que son partícipes únicamente la voz lírica femenina, la amada y los elementos de los cuales se sirve esa voz que habla: la naturaleza y las metáforas religiosas. Es la intimidad de la cama, la habitación, el altar en donde las amadas pueden estar a solas: “pero en la intimidad de la cama / con la sinfonía de tu respiración / sólo somos vos y yo.” Así, surge una de las imágenes de las que más se ha servido la tradición de poesía lésbica: el espejo, el reflejo, el reconocimiento en la otra: [...] y porque mi mejilla es mía / y por qué tu mano es tuya.” Pareciera que cada poema constituye breves escenas familiares, que demuestran confianza. Tal vez sea esa voz que ha creado Lucía Cancela, la que busque un espacio, un hogar para estar a solas con el ser amado, lejos del barullo del tiempo, de las personas o ángeles.
II
tus labios beben el líquido rosado
pienso en Eva, en su cuerpo y en cómo llegamos a estar sentadas ahí, la una frente a la otra
obsequiando nuestra imagen a la mirada de algún ser extraño
la película comienza y mientras en ella había tragedia, por debajo del asiento, tu pierna y la mía se empezaban a conocer
ya pasaron tres noches de nuestro encuentro y mi cuerpo aún conserva el calor
serán tus pupilas negras, dilatadas, en el momento en el que decidiste regalarme tu interior
y tus labios mojados, que aún sirven a mi altar
te pido que me beses
porque tu boca satisface más que ningún otro vicio
—y eso que tengo pocos—
pero en la intimidad de la cama
con la sinfonía de tu respiración
sólo somos vos y yo.
V
Me gustaría que el tiempo se detuviera en el preciso momento en el que desabrochas tu ropa y con ella te sacas la capa más grande que te cubre y me aleja de vos.
Y vos y yo y la ropa que no queremos usar.
Y el camino que nos separa de la cama al sillón.
Y la infinidad de palabras que te quiero decir.
… pero tocarte … es más suave, amor.
VI
es que si rozo tu mano me acuerdo
… que la infinidad no nos acompaña,
……. y el pasado y el futuro volverán a buscarnos.
XII
Sue, debo preguntar, ¿acaso estarás ahí cuando decida regresar?
Al otro lado de la puerta, recostada en tu cama con tu piel sensible y la seda de tu camisón.
***
¿Estarás esperando la llegada de nuestra intimidad y mi voz que solo logra arrojarte palabras de amor?
***
Querida Sue, es que ahora que sabemos que ya no seremos infinitas, y tus besos húmedos se alejarán de mis labios por tiempos que desconocemos, ansío saber, Sue, si cuando por fin te encuentre en el paraíso, me concederás acariciar tu mejilla.
XIII
tus manos son tiernas y distintas
son las mismas manos que cuando abren la heladera
y el frío corre por la casa
crean el único momento
en el que apaciguo el calor de tu piel cercana
tus manos son tan suaves como ardientes
y no logro comprender cómo podes
entonces
acariciarme sin quemarme
quizás resisto tu calor porque es tuyo
y quizás disfruto tu caricia porque me la das vos.
y porque mi mejilla es mía
y por qué tu mano es tuya
y porque en ese instante estamos solas
acariciando una flor.
ACERCA DE LA POETA
Lucía Cancela tiene 21 años y es estudiante de artes escénicas.
Si tuviera que responder(se) por qué escribe diría que, cuando los días pasan, respira y su cabeza rueda en palabras constantes a las cuales se recuesta a escuchar; poesía y otras formas, un gusto íntimo que antes sólo lo conocían su cuaderno y ella.
Lucía comenzó compartiendo sus escritos en redes bajo un seudónimo, Antonia, dice que caracterizarla le ayudó a compartir su poesía y a sentir que su intimidad seguía siendo suya. Es así que ahora conviven en su escritura dos identidades, las mismas le pertenecen y se le muestran de formas distintas. Empezó a escribir cuando había mucho dolor e inocencia, ahora aunque eso abunda también hay emociones y naturaleza en ella y en su corazón. La escritura siempre está ahí, cerca, y conecta y desconecta lugares personales de manera constante.
Es por eso que escribe. Por eso y porque le gustaría algún día sentarse a leer en compañía de quienes admira y de las mujeres escritoras que han existido, aunque entiende la pretensión. Que tomen café y disfruten los placeres de un paraíso imaginario.
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