Por Valentina Jerez.
enero, 2022
El libro Escribo entre dos mujeres fue galardonado a principios de diciembre en el concurso de Poesía inédita de la fundación Nancy Bacelo, el premio consistió en la publicación del poemario. Se trata de la primera obra en ser publicada de Valentina Dos Santos, una de las voces más reveladoras de la poesía uruguaya contemporánea.
El título evoca a otro libro, Escribo entre dos mujeres (2018) de la escritora argentina María Inés La Greca conteniendo un epígrafe de esta y de Adrienne Rich, en lo que puede entenderse como un diálogo con múltiples poetas y tradiciones literarias femeninas.
A lo largo del poemario se expone el sufrimiento de ser y saberse mujer, la destrucción a la que nos vemos sometidas. El desconcierto, la ternura, el descubrimiento y reconocimiento de una misma y la otra se entrelazan y las mujeres se repliegan y expanden formando una comunión: la madre, la hermana, la amiga, la amante.
Un eje fundamental del libro es el cuestionamiento hacia el lenguaje y la palabra, presentes en un poema como “VII”:
"no hay palabra/ en un libro aleatorio que hable por mí/ la palabra es amordazada por otra/ el lenguaje ese orfanato/ y padre de las oprimidas/ tiene una violencia tremenda e inalterable."
Allí, se atenta contra el lenguaje patriarcal que nos ha constituido, y se invita a construir nuestro lenguaje, uno libre de la mirada opresora, masculina. Esto también se hace presente en el diálogo que se da en los versos del poema “Hay dos mujeres mirándose con ternura”:
"-estamos construyendo una lengua/-donde somos protagonistas y no efecto cuajado por los años".
Podría afirmarse que el yo lírico a partir de sus versos intenta crear un lenguaje nuevo, que incluya y abrace a las mujeres.
La voz poética creada por Dos Santos se mueve entre la violencia y utiliza la ternura para trascenderla. Ternura que es el grito que deja y envuelve todo el poemario, ternura como lucha y resistencia. Así, la escritura como bien afirma se transforma en cuerpo, cuerpo de mujer que se expande y reivindica, exponiendo las problemáticas con franqueza y atrevimiento/luminosidad.
Hay dos mujeres mirándose con ternura
Una mujer abre y cierra los cajones de un placard
sin saber qué hacer por vez primera
se mira a sí misma
muda de desconcierto.
Esto es mejor que cerrar una puerta sin golpearla, balbucea
pensando en la mujer que le roza la mano
advierte todo lo que la otra le ofrece
—el resto queda en un espacio y tiempo
que nadie comprende más que las involucradas—
ella –la otra– conoce el nombre
y la forma en la que cada sonido se arquea
con amor para mostrarse ante el mundo
navega por cada letra
conociendo cada esquina
porque el nombre es el mismo
en la lengua de las mujeres
con matices y significados distintos
–estamos construyendo una lengua
–donde somos protagonistas y no efecto cuajado por los años
una dos
mujer mujeres
se besan sabiéndose de memoria
—código imposible de memorizar para el resto—
dos mujeres
hay dos mujeres
mirándose con ternura
como nosotras
ahora mismo.
I
Cuántas veces sentada en algún espacio reducido
mi hermana habrá imaginando mi futuro
cómo habrá puesto en disposición las piezas de lo más incierto
creyendo que el amor el pacto del género pudiera doblegar el mal
Cuántas veces me pregunto cuántas veces
mi madre habrá pensando en los abortos
sucedidos en el resto del mundo
en esa posibilidad que se expande
como la esfera de la matriz
cuando las leyes tratan de disolver
la sangre derramada durante horas.
Cuántas veces yo estuve pensando en este poema
sin fechar como todo lo mío
sabiendo, sin embargo, que la escritura era el cuerpo
y la forma que le iba a dar a mi propia vida
pequeña y breve como la de las mujeres que fluyen
debajo de los párpados que como mantas me tapan
en un doble movimiento de abrigo y de poca visibilidad
las mujeres de mi vida son ambiguas
como el acto de escribir:
el deseo realizable o no.
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